Fue
un día glorioso. Valió la pena luchar. En Santa Rosa, la capital de
nuestra provincia de La Pampa, el intendente de la ciudad, acompañado
por los maestros, las organizaciones de derechos humanos y el pueblo en
general, procedió a la inauguración del monumento al cacique Pincén,
aquel ranquel que con todas sus fuerzas enfrentó a las tropas de Buenos
Aires que venían a desalojarlos de sus tierras y convertir en esclavos a
los hombres, mujeres y niños de los pueblos originarios. Pincén luchó
siempre, fue el más valiente de todos, el más sagaz y lúcido. Estuvo
siempre en primera fila, con un coraje que le daba el amor a su tierra.
Cuando ya anciano y viendo que si continuaba la lucha iba a perecer toda
su gente, inclusive su numerosa familia, trató de hacer las paces. Fue
tomado prisionero por el coronel Villegas y, finalmente, enviado a la
isla Martín García, donde pasó ocho largos años hasta que se le permitió
ir a vivir a sus antiguas tierras de donde fue, al poco tiempo,
nuevamente llevado a la isla Martín García, acusado de haber inspirado
el crimen contra un estanciero inglés. Esa acusación fue totalmente
falsa. Pero demostraba la falta de respeto por la vida de los pueblos
originarios en esas épocas argentinas de llamado liberalismo
positivista, que significó un verdadero genocidio para los pueblos
originarios, acompañado del robo de sus tierras ancestrales.
CONTINÚA: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-218858-2013-04-27.html
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