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martes, 15 de mayo de 2012

Sintonía fina. Por Ricardo Forster

Se habló mucho, demasiado, del inevitable giro hacia una perspectiva más moderada y hasta conservadora que le daría Cristina a su segundo mandato. Se utilizó, a destajo, la maldita, para la memoria de los argentinos, palabra “ajuste” como santo y seña de lo que se vendría. Con satisfacción anticipada los titulares de los principales diarios decretaban el “fin de una etapa” dominada por el “dispendio de los fondos públicos”, el uso “ilegítimo” de las reservas acumuladas en el Banco Central y el “festival de subsidios” que habían llevado al Gobierno, eso decían a los cuatro vientos, a tener que girar en redondo abandonando la matriz “populista” de un proyecto que “hacía agua por todos lados”. Cristina, gracias incluso a la relegitimación del 54% de los votos, se preparaba para desilusionar a la izquierda kirchnerista invirtiendo el sentido de la “profundización” bajo la nueva metáfora de la “sintonía fina”. El tiempo de la euforia nacional popular había pasado. Quedaba, apenas, un resto de retórica y de ficción como para mantener las apariencias mientras la dura realidad, la que siempre llega con sus exigencias a cuestas, no abría otra chance que la de iniciar una política de ahorro y ajuste. Por izquierda y por derecha, los promotores de la definición del kirchnerismo como “impostura” se relamían a la espera del supuesto sinceramiento que no tardaría en llegar a través de medidas de enfriamiento de la economía y de control del gasto público. Seríamos testigos de la caída de las máscaras. Para “ayudar” a darle impulso a esta imaginaria y deseada decisión que estaría dispuesta a tomar Cristina, el lunes siguiente al abrumador triunfo de octubre, los grupos concentrados de la economía, los que manejan el núcleo duro de la especulación financiera, multiplicaron la fuga de capitales y la presión devaluacionista. Creyeron, una vez más y como reflejo construido a lo largo de décadas, que un pánico abrumador llevaría al Gobierno a invertir sus, para ellos, políticas neopopulistas y reindustralizadoras dejando, ahora sí, que la racionalidad primara en sus decisiones. La respuesta inmediata y sin anestesia de Cristina fue, como recordará el lector, exigir que las petroleras y las mineras (¿acaso señal anticipatoria de lo que se vendría con Repsol-YPF?) liquidaran en el país sus divisas de exportación y controlar, vía la AFIP, la compra de dólares.
CONTINÚA: http://www.infonews.com/2012/05/11/politica-21230-sintonia-fina.php

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