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jueves, 15 de septiembre de 2011

De escépticos a cínicos. Por Emir Sader *

El escepticismo parece un buen refugio en tiempos en que ya se decretó el fin de las utopías, el fin del socialismo e incluso el fin de la historia. Es más cómodo decir que no se cree en nada, que todo es igual, que nada merece la pena. El socialismo habría devenido en tiranía, la política en corrupción, los ideales en intereses.
La naturaleza humana sería esencialmente mala: egoísta, violenta, propensa a la corrupción.
En ese escenario, sólo restaría no creer en nada, por lo que es indispensable descalificar todo, adherir al cambalache: nada es mejor, todo es igual. Ejercer el escepticismo significa tratar de afirmar que ninguna alternativa es posible, ninguna tiene credibilidad. Unas son pésimas, otras imposibles. Algunos medios, como ya fue dicho, son máquinas de destruir reputaciones. Porque si alguien es respetable, si alguna alternativa demuestra que puede conquistar apoyos y protagonizar procesos de mejoría efectiva de la realidad, el escepticismo no se justificaría.
CONTINÚA:  http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-176808-2011-09-15.html

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